"En caso de tener síntomas, quédese en casa", es el consejo que escuchamos tan a menudo durante esta pandemia del coronavirus. ¿Sabía que durante una infección, nuestro propio cuerpo nos emite señales que hacen que no queramos salir de casa? Mucha gente piensa que los patógenos son los responsables de los síntomas que provocan las enfermedades, pero en realidad, nuestro cuerpo también juega un papel importante respecto a ello. El sistema inmunitario y el sistema nervioso hacen mucho más que atacar a los intrusos no deseados, también crea comportamientos enfermizos como la fatiga, la debilidad, la melancolía y la necesidad de aislarnos (1).
El comportamiento ante enfermedades es un fenómeno en evolución que se produce en casi todas las especies del reino animal que indica ser beneficioso. ¿Pero cómo pueden los síntomas de una infección aumentar nuestras posibilidades de supervivencia? Se sospecha que la reducción de la actividad corporal (causada por la fatiga) permite ahorrar energía para las necesidades de nuestro sistema inmunitario, de modo que una infección pueda ser combatida más rápidamente (1). Sin embargo, además de proporcionar beneficios para el individuo, el comportamiento que se crea ante la enfermedad también puede ser beneficioso para los demás (2,3). El caso más extremo lo podemos encontrar en los insectos que viven en sociedad, como las abejas. Cuando su salud se deteriora, se van para siempre para morir en otro lugar (4).
"El comportamiento ante la enfermedad aumenta la posibilidad de que nuestros genes se transmitan. Incluso cuando el individuo no sobrevive, el aislamiento del entorno social reduce la propagación de la infección. El aislamiento es la forma más eficiente de prevenir el avance de una enfermedad contagiosa" (5).
Diferentes síntomas podrían aumentar las posibilidades de supervivencia de nuestro "genoma egoísta". La falta de apetito, por ejemplo, asegura que no contaminemos con patógenos nuestras fuentes de alimentos y agua compartidas. La fatiga y la debilidad limitan nuestra movilidad, lo que reduce el radio de la infección. La depresión y la pérdida de libido aseguran que evitemos el contacto humano (íntimo), para que las enfermedades contagiosas no tengan la oportunidad de expandirse (3).
Ya sea que queramos recuperarnos de una infección o proteger a los de nuestro alrededor de la propagación de la infección, los conocimientos científicos y evolutivos anteriores nos llevan a la misma conclusión: si está enfermo, debe quedarse en casa. De hecho, este importante consejo en tiempos de pandemia del coronavirus es exactamente lo que las personas (y los animales) han aplicado de forma natural durante los últimos millones de años y es lo mejor que puede aconsejar a sus clientes: aceptar el malestar por la enfermedad y el comportamiento que genera ante ella te llevará hacia la recuperación.