Una cosa estupenda de la vitamina D es que nuestro cuerpo puede fabricarla por sí mismo. Esto sucede cuando el sol brilla sobre nuestra piel. No obstante, en los últimos años se está evitando cada vez más el contacto directo con la luz solar. Aplicamos protector solar, solo nos sentamos a la sombra y usamos ropa protectora.
Como resultado, producimos muy poca vitamina D durante todo el año. Además, casi nunca comemos suficiente pescado azul para complementar la necesidad de vitamina D. Como resultado, agotamos nuestras reservas y creamos escasez, incluso en primavera o verano.